Ahora que tu hijo estudia en línea y pasa casi todo el tiempo en casa has podido observar cómo reacciona frente a distintas situaciones escolares y familiares, bajo un contexto determinado que en sí mismo presenta circunstancias complicadas.
Con esa información disponible te has dado el tiempo de reflexionar sobre ¿cómo resuelve generalmente una discusión?, ¿de qué manera toma los cumplidos?, ¿cómo lidia con una falla personal?, ¿qué tipo de apoyo emocional le brinda a los demás si es que lo hace?, ¿se plantea alternativas para solucionar un problema cuando las cosas no salen como las tenía planeadas?
El conjunto de habilidades necesarias para que tu hijo resuelva estas y otras cuestiones de manera exitosa se denomina inteligencia emocional. De acuerdo con los psicólogos John Mayer y Peter Salovey, la inteligencia emocional es la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, así como para generar sentimientos que faciliten la comprensión personal y colectiva.
Dimensiones emocionales
La inteligencia emocional está compuesta por cuatro ramas que forman una jerarquía cuya dificultad se incrementa conforme se asciende en este proceso de aprendizaje que, cabe enfatizar, es continuo.
Al respecto, es muy importante que tu hijo entienda que a diario pone en juego estas cuatro dimensiones, por lo que siempre existe la oportunidad de mejorar en algún aspecto. La recompensa de procurar este ámbito de su vida la recibirá en sus relaciones inter e intrapersonales.
¿Cómo mejorar la inteligencia emocional?
Los cambios físicos y mentales de la adolescencia propician en tu hijo un sinfín de emociones, incluso contrarias entre ellas, con las cuales tiene que vivir. Y para ayudarle en ese sentido puedes procurar que siga estos cinco pasos:
Tu hijo tiene que practicar de manera cotidiana el reconocimiento de emociones, ya que al hacerlo podrá estar consciente de ellas y mantenerlas bajo control. Ese dominio lo guiará para saber cuándo, dónde y cómo expresarse.
Asimismo, tiene que ser capaz de observar las emociones de otras personas. De ese modo podrá imaginar cómo se siente alguien con respecto a una situación determinada, y a partir de ello mostrarle una respuesta empática; es decir, una respuesta contextualizada, afectiva y que se preocupe por el aspecto humano.
Quizá tu hijo te ha dicho en algún momento que no está en el mood para realizar una tarea; esto significa que no tiene el estado de ánimo adecuado para concentrarse. Para ayudarle en una situación así transmítele que nuestra mente tiene el poder de decidir qué estado de ánimo es el más adecuado para cada situación, por lo que tras un momento de calma y enfoque puede redirigir sus esfuerzos y evitar darse por vencido o aplazar su actividad.
En síntesis…
El entorno escolar, aun en su modalidad virtual, es un escenario ideal para observar diferencias individuales entre los adolescentes a la hora de experimentar emociones e ideas.
Por ende, el entorno escolar es ideal para desarrollar las habilidades emocionales en los adolescentes, lo cual tiene una influencia directa en los ámbitos personal, social y escolar de sus vidas.
Recuerda: los adolescentes emocionalmente inteligentes tienen una mejor salud física y psicológica y saben gestionar de manera ética sus problemas, lo que sin duda abonará para que en un futuro se conviertan en adultos virtuosos.
Extremera, Natalio, y Pablo Fernández-Berrocal. “Inteligencia emocional en adolescentes”. Universidad de Málaga. 2013. Retomado de: http://scholar.google.com.mx/scholar_url?url=https://revistas.comillas.edu/index.php/padresymaestros/article/download/1170/993&hl=es&sa=X&ei=PYpHYLebLI6WywSAzaqABw&scisig=AAGBfm2J9EIjcVoBbBK5xAY5tusg2kaY4w&nossl=1&oi=scholar
“Inteligencia emocional”. Teens Health (s. f.). Retomado de: https://kidshealth.org/es/teens/eq-esp.html
Anillo Vial Fray Junípero Serra No 1000, Col. Arboledas Querétaro, Querétaro.