Hay familias donde pareciera que los menores tienen la autoridad mayor. A esto, usualmente se le denomina el síndrome del emperador o emperatriz.
Y es que, después de generaciones donde el rigor de los padres era duro y hasta violento, ahora los padres queremos una enseñanza amorosa pero disciplinada a la vez; lo cual, puede ser complicado.
Vayamos por partes. Para conocer si nuestro hijo tiene este síndrome, lo primero es identificar cuáles son las consciencias y qué hacer con un pequeño que se impone en el hogar.
¿Cómo es un niño con síndrome del emperador?
- Niños mandones, autoritarios que no aceptan un no por respuesta
- Insatisfecho
- Hace constantes berrinches sin importar el lugar
- Tiene una actitud desafiante
- Es egocéntrico e impulsivo
- Tiene un claro desapego hacia los demás
Consecuencias de un hijo dominante en casa
- Los roles de familia se invierten. Que los hijos dominen en el hogar no es curso natural de los roles familiares. Cuando esto sucede la convivencia puede ser incómoda y confusa para los miembros, desorientando el sendero por donde queremos guiar a nuestro pequeño.
- Tu pequeño se sentirá perdido. Tú como adulto tienes mayor experiencia y si en el hogar es el niño quien dirige la situación familiar entonces no sabrá qué hacer o en quién confiar. Difícilmente algo o alguien le dará confianza y estabilidad pues cree que sólo él tiene la razón.
- Estará inconforme toda la vida. Para la familia el pequeño puede ser lo más importante sobre la tierra, pero para el resto del mundo no necesariamente es así. Entonces el niño al darse cuenta de esto entrará en una frustración eterna si no entiende que es alguien importante pero no el centro del universo.
- Tendrá problemas con el rol de autoridad. Ya sea en la escuela, en la casa de sus amiguitos, en la iglesia o el club tu pequeño querrá hacer siempre su voluntad, lo cual le generará problemas incluso hasta la edad adulta.
¿Cómo adoptar los roles familiares que a cada uno corresponden?
- Fomenta virtudes. La empatía y la comprensión son virtudes que necesitamos trabajar para que pueda ponerse en el lugar de sus padres y hermanos, y comprenda que el resto de las personas también tienen necesidades.
- Trabajen la tolerancia a la frustración. La palabra “no” puede sonar muy fuerte para algunos padres de familia con cierto estilo de crianza. La cierto es que es necesaria en cierta media, pues ayuda a trabajar la tolerancia a la frustración de los niños.
- Reglas y rutinas claras. Los niños necesitan guías claras en los primeros años de vida. Las rutinas deben dirigirlas los padres, no los hijos. Esto le dará seguridad y delimitará los roles familiares.
Cada vez somos más adultos convencidos de los métodos de disciplina sin violencia, dispuestos a probar alternativas de educación que no utilizan castigos, gritos, insultos, regaños ni cualquier tipo de actitud que denigre.
Sin embargo, es importante que, como padres, llevemos correctamente el rol que nos corresponde, pues de nosotros depende la crianza de nuestros hijos.
En Kidú somos un kínder ocupado y preocupado por el desarrollo armónico de nuestros niños, desde el aspecto académico hasta el emocional y espiritual. Por ello, contamos con preceptorías que son reuniones a lo largo del año para identificar cualquier área que requiera especial atención en el crecimiento de tu hijo.